Del supermercado del mundo a la "boutique" de la bioeconomíaAnalistas, empresarios y funcionarios hablaron sobre lo que hace falta para que el país se inserte en los mercados globales con productos de alto valor agregado en conocimiento.
"La Argentina puede pasar de ser el supermercado del mundo a la boutique de la bioeconomía". Con ese concepto resumió Fernando Vilella, director del programa de Bioeconomía de la Fauba, la gran oportunidad que el país tiene por delante. "Asia va a volver a tener más del 50 por ciento del PBI mundial, allí hay 900 millones de personas que solo comerán si llega comida de otros lugares, y hay muy pocas zonas del mundo que producen más de lo que consumen", indicó. La Argentina es una de ellas.
Pero toda oportunidad implica también numerosos desafíos. "Necesitamos un nuevo salto cualitativo en el conocimiento. Agregar valor es agregar conocimiento, conocer el mundo, aumentar los intercambios globales", afirmó Vilella en un encuentro organizado por la Universidad de Belgrano en el Congreso de la Nación.
En la misma línea, Federico Trucco, CEO del grupo Bioceres, añadió: "En la agricultura hay que pensar cómo podemos volver a lograr un salto competitivo". Trucco delineó dos grandes tendencias en los agronegocios, dentro de las cuales está inserta la Argentina. La primera es la funcionalización de las materias primas. "Cómo puedo prevenir una serie de condiciones de salud a partir de la producción de materia prima de origen. La industria alimenticia es la farmacéutica del futuro", aseguró. La otra tendencia está vinculada con "la agricultura de los commodities, la del consumo masivo, pero que sobre todo tendrá que ver con la sustitución de hidrocarburos".
Según explicó el empresario, ambas tendencias son complementarias y tienen puntos en común, como la necesidad de un mayor grado de conocimiento, mejores estándares ambientales, incorporación de nuevas tecnologías y trazabilidad de la producción, entre otras cosas. Pero uno de los cuellos de botella para el crecimiento en el escenario global es el déficit de inversión en investigación y desarrollo.
"Hace falta una revolución educativa y más inversión en investigación y desarrollo, sobre todo por parte de privados. Solo el 6 por ciento del PBI argentino se invierte y el 80 por ciento lo hace el Estado", remarcó Vilella.
Al respecto, Julián Echazarreta, subgerente de la asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), afirmó que "con la actual ley es muy difícil hacer investigación y desarrollo de semillas e incluso comprar eventos de empresas extranjeras".
ACA nació en 1922 con la unión de siete cooperativas y hoy suma 151 cooperativas y 50.000 productores en diez provincias. Entre su portfolio de actividades se encuentran los servicios a los productores, el acopio y comercialización de granos, la industrialización (carne, bioetanol) y la provisión de agroinsumos. Entre otras cosas, ACA produce semillas, y según explicó Echazarreta, tiene el 20 por ciento del market share de semillas fiscalizadas de la Argentina, donde solo el 30 por ciento del total son fiscalizadas. Esto, según el empresario, "sucede porque los productores son dueños de la empresa, están dispuestos a esperar beneficios a largo plazo y saben que la empresa reinvierte constantemente sus beneficios".
La necesidad de invertir para dar el salto productivo y cualitativo y conquistar los mercados globales con productos de gran valor agregado fue el leit motiv de la jornada de debate en el Congreso. Y en esa línea, todos los participantes estuvieron de acuerdo en que para que se den esas inversiones lo que falta es un marco institucional más sólido. "Todo esto puede encontrarnos como espectadores o como protagonistas. Para esto necesitamos marco legal, una ley de semillas que no limite los modelos de negocios", aseguró Trucco, y añadió: "Unifiquemos los procesos regulatorios. No podemos iniciar procesos de diez años de investigación si no sabemos cómo va a ser regulado ni quién lo va a aprobar".
Gilberto Alegre, ex diputado nacional y productor agropecuario de Villegas, fue el encargado de resumir el intercambio de ideas de esta manera: "Hace falta una política de Estado de previsibilidad para que las empresas apuesten al largo plazo. Si diéramos protección a los desarrollos tecnológicos de semillas alógamas se generaría una enorme cantidad de inversiones y empleo. Necesitamos que la producción sea transformada dentro de nuestro país, ser el país del conocimiento".
"La Argentina puede pasar de ser el supermercado del mundo a la boutique de la bioeconomía". Con ese concepto resumió Fernando Vilella, director del programa de Bioeconomía de la Fauba, la gran oportunidad que el país tiene por delante. "Asia va a volver a tener más del 50 por ciento del PBI mundial, allí hay 900 millones de personas que solo comerán si llega comida de otros lugares, y hay muy pocas zonas del mundo que producen más de lo que consumen", indicó. La Argentina es una de ellas.
Pero toda oportunidad implica también numerosos desafíos. "Necesitamos un nuevo salto cualitativo en el conocimiento. Agregar valor es agregar conocimiento, conocer el mundo, aumentar los intercambios globales", afirmó Vilella en un encuentro organizado por la Universidad de Belgrano en el Congreso de la Nación.
En la misma línea, Federico Trucco, CEO del grupo Bioceres, añadió: "En la agricultura hay que pensar cómo podemos volver a lograr un salto competitivo". Trucco delineó dos grandes tendencias en los agronegocios, dentro de las cuales está inserta la Argentina. La primera es la funcionalización de las materias primas. "Cómo puedo prevenir una serie de condiciones de salud a partir de la producción de materia prima de origen. La industria alimenticia es la farmacéutica del futuro", aseguró. La otra tendencia está vinculada con "la agricultura de los commodities, la del consumo masivo, pero que sobre todo tendrá que ver con la sustitución de hidrocarburos".
Según explicó el empresario, ambas tendencias son complementarias y tienen puntos en común, como la necesidad de un mayor grado de conocimiento, mejores estándares ambientales, incorporación de nuevas tecnologías y trazabilidad de la producción, entre otras cosas. Pero uno de los cuellos de botella para el crecimiento en el escenario global es el déficit de inversión en investigación y desarrollo.
"Hace falta una revolución educativa y más inversión en investigación y desarrollo, sobre todo por parte de privados. Solo el 6 por ciento del PBI argentino se invierte y el 80 por ciento lo hace el Estado", remarcó Vilella.
Al respecto, Julián Echazarreta, subgerente de la asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), afirmó que "con la actual ley es muy difícil hacer investigación y desarrollo de semillas e incluso comprar eventos de empresas extranjeras".
ACA nació en 1922 con la unión de siete cooperativas y hoy suma 151 cooperativas y 50.000 productores en diez provincias. Entre su portfolio de actividades se encuentran los servicios a los productores, el acopio y comercialización de granos, la industrialización (carne, bioetanol) y la provisión de agroinsumos. Entre otras cosas, ACA produce semillas, y según explicó Echazarreta, tiene el 20 por ciento del market share de semillas fiscalizadas de la Argentina, donde solo el 30 por ciento del total son fiscalizadas. Esto, según el empresario, "sucede porque los productores son dueños de la empresa, están dispuestos a esperar beneficios a largo plazo y saben que la empresa reinvierte constantemente sus beneficios".
La necesidad de invertir para dar el salto productivo y cualitativo y conquistar los mercados globales con productos de gran valor agregado fue el leit motiv de la jornada de debate en el Congreso. Y en esa línea, todos los participantes estuvieron de acuerdo en que para que se den esas inversiones lo que falta es un marco institucional más sólido. "Todo esto puede encontrarnos como espectadores o como protagonistas. Para esto necesitamos marco legal, una ley de semillas que no limite los modelos de negocios", aseguró Trucco, y añadió: "Unifiquemos los procesos regulatorios. No podemos iniciar procesos de diez años de investigación si no sabemos cómo va a ser regulado ni quién lo va a aprobar".
Gilberto Alegre, ex diputado nacional y productor agropecuario de Villegas, fue el encargado de resumir el intercambio de ideas de esta manera: "Hace falta una política de Estado de previsibilidad para que las empresas apuesten al largo plazo. Si diéramos protección a los desarrollos tecnológicos de semillas alógamas se generaría una enorme cantidad de inversiones y empleo. Necesitamos que la producción sea transformada dentro de nuestro país, ser el país del conocimiento".