Anuncio con reservas y expectativasEl reciente anuncio presidencial sobre la rebaja del 15 al 5 por ciento de los derechos de exportación de las carnes termoprocesadas o cocidas no encierra la trascendencia que pareciera haberse perseguido con la difusión del acto efectuado en la Casa de Gobierno, en presencia de los habituales concurrentes a las disertaciones de la jefa del Estado y de algunas personas vinculadas al comercio cárnico. En principio, algunas fuentes estimaron que la decisión estaría orientada a favorecer la situación de un establecimiento frigorífico de Venado Tuerto, Santa Fe, propiedad de capitales brasileños, cuyo cierre significaría la pérdida de varios cientos de puestos de trabajo. A la vez, la titular del Poder Ejecutivo demandó de la industria que haga un esfuerzo adicional a fin de posibilitar que los establecimientos continúen sus operaciones y se eviten mayores despidos. No debe olvidarse que allí cerraron, en los últimos tiempos, unas 120 plantas sobre un total de 550 radicadas en todo el país, y que las pérdidas de empleo ascienden a unos 12.500. Incluso, en nuestro medio, el cierre del frigorífico Villa Olga ha constituido un serio problema para cientos de familias. La actual situación podría haberse evitado si se hubieran aplicado reales medidas de estímulo para acompañar el crecimiento de la ganadería nacional. Por el contrario, el cierre de exportaciones determinó un decaimiento de la actividad, con un marcado desaliento entre los productores, mientras mercados tradicionalmente aprovechados por la Argentina pasaban a manos de otros competidores de menor envergadura, incluidos Uruguay y Paraguay, que siguen haciendo interesantes negocios gracias al retiro del producto argentino. Es de esperar que, como lo señala Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) en una declaración, este episodio sirva para que el Gobierno termine por reconocer que otra debe ser su política en relación con el mercado de ganados y carnes, porque la Argentina, pese a todo, sigue constituyendo un caso excepcional en el mundo gracias a los recursos de que dispone para contribuir a satisfacer las demandas alimenticias. Si ello fuera entendido, en el corto y mediano plazo podría asistirse a efectivos hechos de recuperación, para beneficio de los productores y de la economía del país.
El reciente anuncio presidencial sobre la rebaja del 15 al 5 por ciento de los derechos de exportación de las carnes termoprocesadas o cocidas no encierra la trascendencia que pareciera haberse perseguido con la difusión del acto efectuado en la Casa de Gobierno, en presencia de los habituales concurrentes a las disertaciones de la jefa del Estado y de algunas personas vinculadas al comercio cárnico. En principio, algunas fuentes estimaron que la decisión estaría orientada a favorecer la situación de un establecimiento frigorífico de Venado Tuerto, Santa Fe, propiedad de capitales brasileños, cuyo cierre significaría la pérdida de varios cientos de puestos de trabajo. A la vez, la titular del Poder Ejecutivo demandó de la industria que haga un esfuerzo adicional a fin de posibilitar que los establecimientos continúen sus operaciones y se eviten mayores despidos. No debe olvidarse que allí cerraron, en los últimos tiempos, unas 120 plantas sobre un total de 550 radicadas en todo el país, y que las pérdidas de empleo ascienden a unos 12.500. Incluso, en nuestro medio, el cierre del frigorífico Villa Olga ha constituido un serio problema para cientos de familias. La actual situación podría haberse evitado si se hubieran aplicado reales medidas de estímulo para acompañar el crecimiento de la ganadería nacional. Por el contrario, el cierre de exportaciones determinó un decaimiento de la actividad, con un marcado desaliento entre los productores, mientras mercados tradicionalmente aprovechados por la Argentina pasaban a manos de otros competidores de menor envergadura, incluidos Uruguay y Paraguay, que siguen haciendo interesantes negocios gracias al retiro del producto argentino. Es de esperar que, como lo señala Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) en una declaración, este episodio sirva para que el Gobierno termine por reconocer que otra debe ser su política en relación con el mercado de ganados y carnes, porque la Argentina, pese a todo, sigue constituyendo un caso excepcional en el mundo gracias a los recursos de que dispone para contribuir a satisfacer las demandas alimenticias. Si ello fuera entendido, en el corto y mediano plazo podría asistirse a efectivos hechos de recuperación, para beneficio de los productores y de la economía del país.